CRÓNICA DE UN LUNES SANTO
La memoria es frágil pero el recuerdo no. Paradojas de la vida que se dan 10 días después del día que todos esperábamos, cuando realmente parece que fue anteayer mismo cuando le pusimos el punto y final a un Lunes Santo especial.
El día de las sonrisas, de los reencuentros, de los momentos y emociones que nació como nadie lo esperaba, con las Aguas en inusitada calma y sin marejada a la vista, con un sol de justicia que brindó su esplendor desde el alborear de la mañana. Sensación extraña para quienes se dedican a jugar a la meteorología cada año, viéndose obligados a entregarse en cuerpo y alma a un día, tan penitencial como glorioso, propio de la permanente dualidad en la que vive Sevilla.
Así, un año más se cumplió el mandato de nuestros mayores de inundar Sevilla de Aguas de gracia, poniendo esta Real Hermandad y Archicofradía en la calle el cortejo más numeroso de toda su historia, con más de 700 nazarenos, más de 900 papeletas de hermanos sacadas y una pleamar de amor hacia sus Titulares. De proa, la Banda del Señor San Sebastián que volvía a repetir en la Cruz de Guía, de popa la Municipal de Mairena con su entrega sincera y como bitácora…. Sevilla.
El paso del Stmo. Cristo de Las Aguas asomaba al dintel de la puerta y a la par que El Sacri hacía lo propio en el balcón de la calle Dos de Mayo para juntarse en esa unión indisoluble que marca la salida de nuestra Corporación año tras año; mientras, el galeón, como le llaman sus costaleros, miraba de “reojillo” a la otra orilla del río, cuyas calles acunó a nuestra Corporación durante casi dos siglos, a sones de “Aguas de Triana”.
La marea de fe era imparable, los sevillanos renuevan su maridaje con nuestra Hermandad en su camino de ida hacia la la S.I. Catedral y cada rincón se convierte en una loa devocional a nuestras Imágenes, para orgullo de aquella Cofradía que emigraba por la historia con la mala suerte por testigo y que encontró en el Arenal su fanal de luz y vida.
Los cincuenta años más hermosos aparecían por la calle Arfe, juventud para la más joven y flores para la más bella flor. Era el regalo que nuestro Grupo Joven le tenía preparado a su Madre por su cincuenta cumpleaños, una lluvia de ilusión y cariño que le lanzaban desde los balcones al compás de “Virgen de la Palma” del maestro Marvizón. Emoción contrapuesta con la del sobrecogedor paso de la Virgen de Guadalupe por la Plaza de Molviedro, a sones de “Soleá dame la mano” en una nueva manifestación de la dualidad de esta ciudad, viviendo con la misma pasión e intensidad el blanco de la luz y el morado de la penitencia.
Un discurrir medido y trabajado, con gusto y con gracia… hasta llegar a una carrera oficial digna del mismo maestro Houdini, en la que no cabe otra que meter al cortejo más grande de nuestra historia en el menor tiempo desde que procesionamos con dos pasos; otra paradoja sevillana a la que estamos abocando cada día de la Semana Santa.
Con todo ello, desde que el Stmo. Cristo de Las Aguas entrara en Campana con sones de “La Pasión” de la Banda de Cornetas y Tambores del Stmo. Cristo de las Tres Caídas, se palpó en el ambiente que estábamos ante algo excepcional…y vaya si así fue. A su siempre majestuoso andar y un compás estudiado, el pellizco agarró nuestros corazones para firmar una de las mejores y elegantes entradas en carrera oficial que se recuerdan.
El esfuerzo siempre da sus frutos, el calor, la tensión, los nervios, todos escollos salvables para consumar una ejemplar estación de penitencia tras llegar, curiosamente, al templo Patriarcal de Santa María de la Sede. Otra locura más. Así es Sevilla.
La medida solo se vio interrumpida por solo un susto, cuando una perilla del varal cae en la cabeza de Nº Hº Antonio, contraguía de la Virgen, llevándose por delante una tulipa de guardabrisa que se desgarró de no poder darle más luz al palio de Guadalupe. Una mera anécdota que no fue a más por intercesión de María y que dejó marcas de guerra de la que nuestro hermano presumiría, con amor a la Virgen, el resto de la Semana Santa.
El regreso, un no querer despertar del sueño. Para seguir viviendo el recuerdo de la cuadrilla del misterio a su compañero Juan Carlos Montes, que cada año aguarda su chicotá para volver a pasar con su Cristo desde el Postigo hacia el cielo. Para seguir escuchando la saeta que Dore Cruz canta desde dentro de la Capillita de la Pura y Limpia del Postigo, que lucía sus mejores galas para recibir a su vecina Hermandad. Para seguir disfrutando de la intimidad de la calle Dos de Mayo que se apunta a la dualidad sevillana con tan solo 6 horas 6 de diferencia, como así marca el reloj de tan taurino barrio.
Las velas bajas, el precioso y originalísimo exorno descompactado tras cada levantá, la oscuridad de la noche, la húmeda mirada de los hermanos, los espigados capirotes agolpados en el atrio…todo parece dar a entender que esta maravilla se acaba a la par que el Martes Santo se encuentra llamando a la puerta, pero es entonces y solo entonces cuando la voz de Joana Jiménez nos sacude con una hermosísima saeta para recordarnos que “han pasado 50 años desde que un ángel bajara a bendecir esas manos benditas de un niño que Tu carita tallara”. Camino andamos ya de sus 51.
Nada acaba. Todo empieza. El Lunes Santo ya se encuentra 10 días más cerca.
Fotos: jpedromartin.com